Los Massieu son unos Salvajes (XIV) Apostillas sobre el poeta del Sur, Celedonio Serrano Martínez; 1) De Hector Azar, 2) De Efraín Castañeda Reyes y 3) De Manuel Servín Massieu
Don Celedonio Serrano Martínez, profesor y prolífico escritor sobre el hombre del campo mexicano, fue quién después de haber pasado por universidades para obtener sus títulos académicos, murió conservando una envidiable sencillez. Hablar de la historia, el paisaje y la campiña suriana con, sobre todo, del corrido mexicano autóctono como una de sus tesis; el Profesor Celedonio, sostuvo que éste género musical tuvo su origen en México -y no en los cantares españoles- como sostuvieron algunos intelectuales hispanófilos, el corrido es “lo que la historia calla o soslaya…” en México.
Los padres de Don Celedonio, fueron Aurelio Serrano y Emilia Martínez campesinos muy pobres de su región: comunidad “Puerta de Arriba” -hoy Puerta Allende- (cerca de Tlalchopa, al noroeste de Arcelia); sus padres no tuvieron recursos económicos suficientes para enviarlo a estudiar fuera de su comunidad -ubicada en un pedacito de Guerrero entre Michoacán y Estado de México- Celedonio nació el 3 de marzo de 1913. Gracias al apoyo del destacado Profesor Raúl Isidro Burgos –también luminaria educativa de Guerrero de quien hablaremos mas adelante- que fue quién lo llevó a Arcelia para que ahí terminara la instrucción primaria; el mismo mentor, desde luego, fue quien le ayudó para que posteriormente, se trasladara a la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa -entrada sur a Tixtla, Guerrero, por Chilpancingo- y realizara estudios de nivel normal para profesor.
Celedonio Serrano había escuchado, por primera vez, a algunos cantares populares quienes provenientes del “alto Balsas”, pernoctaban en su “cuadrilla”; con Serrano escuchándolos por horas... Era el año de 1926; uno de los trovadores populares que más le impactó fue Lorenzo Díaz, quién le enseñó los primeros sonetos -que eran cantados o transmitidos de generación a generación- .
De “el Corrido”, forma musical que le apasionó, decía Celedonio que “mientras existan campesinos en México, seguirá habiendo corridos”, y luego habla de él remontándose a sus años mozos: “hay corridos líricos que pueden ser canciones de amor que se dedican a las novias” a veces, hasta a las amantes; también había corridos por desavenencias conyugales; también se le hacían versos al amigo que fallecía en forma trágica o natural. Había también una forma especial de corridos, llamados “de desprendimiento” que consistían en que los viejos trovadores, al sentir cercana su muerte, escribían y musicalizaban un corrido, dónde se despedían de sus familiares y amigos…También había corridos “de saludo” que eran cantados en forma recíproca entre “dos grupos de trovadores”. También existía por allá en las tierras del sur, Guerrero, “la bola suriana”, que es uno de los especímenes más ricos en textos poéticos.
Durante muchos años el prolífero escritor e investigador del corrido recorrió un sinnúmero de estados del país visitando sus pueblos y rancherías y hubo ocasiones en que las visitas las hiciera casa por casa para rescatar un canto popular, del cual opinaba, con tristeza, que las autoridades correspondientes lo han descuidado y su producción y origen nacionalista ha ido mermando…El Maestro Celedonio Serrano Martínez fue uno de los pocos hombres de letras en nuestro país que ha puesto en alto el nombre de México en el mundo, a pesar de su extrema modestia. Sin lugar a dudas el tema que más le apasiona es hablar del “corrido” y defenderlo como un genero de música popular auténticamente mexicana…
Así afirma que la época más rica del corrido en México, lo fue “la de la Revolución”, cuando se la escribe como un corrido patriótico; también son corridos de valía los que se dedican al contrabando y a las drogas que son fenómenos propios de la época; el corrido sirve para conservar en la memoria del pueblo la información de los hechos descritos…“El corrido no puede ni debe ser indiferente a nada” completaba Don Celedonio.
El 8 de noviembre de 1963, para graduarse de Maestro en Lengua y Literatura Española en la UNAM, defendió “como un león” su tesis de que “el corrido mexicano no es derivado del romance español”…y con ella “echó por tierra…” las afirmaciones hispanófilas de destacados intelectuales mexicanos como Vicente T. Mendoza, Ali Chumacero, Gabriel Saldivar (entre muchos otros) quienes afirmaban que el corrido en México derivaba del romance español, cosa que Serrano Martínez se encargó de desmentir en su tesis, misma que en 1973, el Centro Cultural Guerrerense la hiciera pública como libro; por cierto, éste trabajo sigue siendo utilizado en algunas universidades norteamericanas como texto de apoyo en las clases de español…
En el aspecto literario, el mentor de muchas generaciones, -Celedonio Serrano Martínez- ha escrito alrededor de 13 obras, pero sin lugar a dudas, el libro más conocido es “El Coyote”; libro que fue publicado en 1951 y que es considerado como una joya de la literatura latinoamericana… Para él, su autor, cierto día nos comentó su origen:
-Andrés Henestrosa, en una ocasión me preguntó: “¿Ya conoces el Martín Fierro?”, a lo que yo contesté que no, entonces él comenzó a leerme algunos pasajes del libro del argentino José Hernández y entonces volvió a preguntarle Henestrosa a Don Celedonio “¿No podrías hacer un intento por escribir un corrido así como el de Martín Fierro? cómo no, le contesté…“tengo un personaje que fue Zapatista y amigo de mi padre, que se llamó Nabor Mendoza y de apodo le decían…“El Coyote”, o “General Coyote…”
Fue entonces que Serrano Martínez se regresó a Coyuca de Catalán, dónde era Director de la Escuela Normal Rural del lugar y empezó a escribir los bellos y profundos versos de El Coyote; éste trabajo le tomó alrededor de un año y medio, corría el año de 1940. La primera persona que lo hizo público fue el historiador y escritor yucateco Ermilo Abreu Gómez, en el diario de circulación en todo el país “El Nacional”; Abreu Gómez también escribió el prólogo de su obra (1).
Historia aparte, merece la forma en que la Secretaría de Educación Pública le editara el trabajo de 319 páginas, hermosa y fuertemente ilustradas por Gabriel Fernández Ledesma y Francisco Moreno Capdevilla; complementa al Coyote don Celedonio con un Epílogo, Notas y Explicación de algunas palabras y expresiones y detalles sobre las ilustraciones. Fue en una de sus giras por Tixtla, Guerrero del Secretario de Educación pública, Don Jaime Torres Bodet, cuando su jefe de prensa, Rafael L. Muñoz le entregó un ejemplar de El Coyote y éste, tras leer las primeras estrofas, llamó a Don Celedonio y le dijo: “Profesor, póngase de acuerdo con Rafael, es un libro muy interesante”…
Meses después Torres Bodet fue removido del cargo junto con su jefe de prensa y luego colocan a otro secretario con su respectivo jefe de prensa, como vocero de prensa, fue colocado Luis Spota, quién un día le dijo a Serrano Martínez “que su libro era muy bueno” pero no pasó nada, tras muchas vicisitudes y después de la intervención de una amiga “calentana” y del General Piña Soria, jefe del Estado Mayor Presidencial, El Coyote fue publicado.
De carácter sencillo y modesta también su forma de vestir y comportarse, Don Celedonio Serrano Martínez es autor de por lo menos 13 libros, como ya se dijo, que sin duda alguna, lo llevarán a la inmortalidad, que era lo único a lo que el aspiraba...
Su primera obra publicada fue El Romancero del Balsas, el que contiene composiciones poéticas; luego publicó El Coyote y después vendría Voces del Campo que es un libro de sonetos; enseguida hizo público su libro El Cazador y sus Perros en el que aborda sus vivencias de adolescente campirano con un perro, libro que le dio la satisfacción de pasar a la inmortalidad, ya que en España fue incluido en una “Historia Universal de la Literatura Infantil”; posteriormente escribió “El Empautado” que es una amena novela en la que se aborda el tema de el cielo y el infierno; también el INPI (Instituto Nacional de la Protección Infantil, antepasado del DIF), le editó su libro de poemas infantiles “Nuevo Júbilo”; la ”La Bola Suriana, fue un ejemplar del corrido mexicano editado por el gobierno del Estado de Guerrero…
Dentro de mis muchos caminares por Acapulco, Chilpancingo, Tixtla/Ayotzinapa y Chilapa/Acatlán -cosa que escribiré mas adelante con detalle- tuve la oportunidad de conocer personalmente a Don Celedonio Serrano Martínez y de conocer su casa en Tixtla, incluida su maravillosa biblioteca, su propiedad rural que llamaba “Palito Verde”; recordando a Celedonio vienen a mi memoria aspectos de Tixtla (3). Entre otros temas de conversación con el Profesor Serrano el me honró con el obsequió de un ejemplar de EL COYOTE. Sería vano referirme yo solo a esta obra y solo me queda subrayar al lector, lea el prólogo a esta obra escrito por el gran yucateco Ermilo Abreu Gómez, mismo que para que no haya escapatoria…lo reproducimos a continuación,
( 1 ) Dice Ermilo Abreu Gómez: Los corridos mexicanos tienen sabor y gracia que solo a nosotros gustan. En otros paladares se tornan ríspidos. Agradan y molestan al mismo tiempo. Nadie podrá confundirlos con los corridos de otros países de América. Estos muestran cualidades de expresión de otra índole. No se hable tampoco del parentesco que los liga con los propios de Andalucía. Yo no sé en qué consiste la diferencia, menos podría explicarla; sólo sé que existe y que para mi sensibilidad, mas que para mi razón, es evidente. De estos tópicos no quiero ni preocuparme ni ocuparme; por ahí andan eruditos y técnicos en el saber de las formas literarias que, entre graves y ligeros, han discurrido sobre estos problemas.
Aquí meramente he de decir las ocurrencias gratas que me sugiere la lectura sabrosísima de El Coyote, corrido compuesto por el poeta Celedonio Serrano Martínez, natural de las tierras del Sur. No cualquiera acomete la empresa de un corrido grande; menos si se trata de guardar en él la coherencia poética de un episodio nacional. Ni el propio Don Guillermo Prieto intentó tal cosa; prefirió fragmentar los romances en los que cantó a los héroes de la Independencia. Se necesitan agallas épicas y temple en la conciencia. El ejemplo clásico nos lo dio el corrido argentino de MARTIN FIERRO, que compuso José Hernández. Todavía destila savia humana –por gaucha y por sincera- aquella obra que define el espíritu de una nación. Otro ejemplo más cercano, nos lo ofreció Francisco Castillo Nájera. Recordemos GAVILAN, corrido de la tierra de Durango. Tiene, pues EL COYOTE buenos y diestros hermanos mayores. En ellos ha aprendido mañas, lindezas y gestos. Pero no les debe todo, que nuestro héroe tiene lo suyo y muy propio y muy hondo y de muchísima gracia. El poeta que abrió las puertas para que El Coyote de marras y su penco y sus mesnadas entraran por los solares de la poesía, sabe lo que hace, conoce sus fuerzas y el alcance de sus ilusiones. El paisaje de El Coyote está descrito con sobriedad. No faltan, es claro, toques crueles y crudos que dan al relato un tono rústico y aun de furia. Todo cuadra con el aliento de las escenas que se desarrollan. La tierra por donde pisan y galopan los caballos del mílite, ocupa sitio especial en la escenografía del poema. Es tierra árida y feraz. Sus terrones se empapan con las lluvias y se agrietan con los soles. Los abismos la hacen trágica y las llanuras plácida. Sobre esta quebrazón se movió ágil y señor EL COYOTE del cuento; sobre ella el hombre y sus turbas crearon un ambiente de polvo, de ira y de canción. Las gentes de EL COYOTE tenían echados en el morral retazos del alma y estaban dispuestos a olvidarlos en cualquier lugar y a jugarlos, a cara o cruz, en la mesa de la primera posada. Entretenían el ocio de la guerra, asentados junto al fuego, dejando ver las caras renegridas y las manos toscas. Bajo el sol relucían por igual carabinas y crucifijos. Los cascos herían las lajas y aventaban el polvo. El aire se llenaba de voceríos agrios; y el horizonte de latigazos de luz. EL COYOTE, altanero y señor se adelantaba a sus hombres. Con el avanzaba la ira y el arrojo. Delante de él huía el miedo. Le seguían sus hombres: atentos los ojos, anhelantes las bocas, agitados los pechos, encrespadas las cabelleras, ariscas las manos. En frente el enemigo se agazapa o se precipita agresivo. El encuentro ha de ser rápido y sangriento. Después del combate EL COYOTE se va por ranchos y caseríos donde recluta gente para cubrir sus bajas, dar expansión al cuerpo en coloquios de mujer y alegría al espíritu en juego de naipe, junto al tufo del mezcal, aroma de la tierra. Y así se le iba la vida entre riesgos y placeres cuando a traición cayó abatido. De su fama y de su muerte nació una leyenda y de la leyenda nació el corrido grande que compuso el poeta Celedonio Serrano Martínez que aquí les presento, a tiempo de que yo me retiro.
A Celedonio Serrano Martínez –poeta de la Tierra Caliente- no le conocen los círculos literarios de México. Es mi amigo. Hemos asistido a varios congresos de maestros; hemos conversado muy a gusto sobre temas de nuestro oficio y predilección. Ahora Jaime Torres Bodet –con buen acuerdo y buen gusto- le imprime su última obra que se llama EL COYOTE, corrido grande de la Revolución. Con este motivo quiero que se recuerden las líneas anteriores que con mucha emoción le he escrito (2)
(2) Aunque Don Jaime Torres Bodet dio el acuerdo para la impresión de este libro en la época en que fue Secretario de Educación Pública, no se llevó a cabo, sin embargo, dicha impresión sino hasta ahora que se encuentra al frente del Ministerio de Educación el Lic. Manuel Gual Vidal.
(3) Recuerdo la granjita “Palito Verde” de Don Celedonio que estuve apunto de rentar; rodeada de árboles frutales adaptados desde varios climas –ver imágenes-Llegan a mi memoria recuerdos de Don Celedonio y el autor de este blog acerca de como reímos sobre la conseja que publicó el periódico de Tixtla referente al panteón del lugar –el cual ,como varias partes de la ciudad- “quedan por abajo del límite del agua de la adjunta laguna en tiempo de lluvia”; en cierta ocasión se inundó el cementerio, dejando solo fuera del agua “las cruces de algunas tumbas”, al siguiente día, el periódico del lugar, publicó un encabezado que decía: “tragedia en Tixtla, se ahogaron los difuntos en el panteón”... A propósito de este lugar ,vale decir que tiene en el portón de la entrada al recinto una gran leyenda: “Aquí termina la vida y empieza la eternidad…” Esta idea –el encuentro con la inmortalidad debida a su obra literaria- era reiterada por Don Celedonio en su charla. Yo creo que ha sido difícil saber cuando falleció en la realidad el Maestro Serrano Martínez –debe haber sido por ahí de finales de los 1990 o principios de los 2000- ¿Dónde quedó su amplia biblioteca personal? ¿Qué fue de su casa en Tixtla? ¿Dónde quedaron sus efectos personales? Son interrogantes que se hacen al respecto… Considero que la Escuela Normal Rural de Profesores en Ayotzinapa –adjunta a Tixtla- debería ser un magnífico remanso para los efectos personales del poeta y Maestro Celedonio Serrano Martínez; él fue además, un colaborador cercano de Raúl Isidro Burgos y los orígenes de esa Escuela.
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