¿ARMAS ÉTNICAS contra los MEXICANOS?...(1a. de 3 partes)
Noticia reciente: “El ex Secretario de Salud de México Julio Frenk creador principal del -Proyecto Genoma del Mexicano- que duró 4 años, costó 25 millones de dólares y fue llevado a cabo por el Instituto correspondiente, es hoy colega de Steven Rose (coautor del libro -Reconstruyendo las Defensas de los EUA- ) en la Universidad de Harvard, institución que contribuye al desarrollo de bioarmas específicas contra ciertos genomas...Por otro lado, la Asociación Médica de Gran Bretaña denunció desde hace una década que Israel, en colaboración con los EUA, prepara un arma étnica contra los árabes; en el mismo sentido puede decirse como ALTAMENTE PROBABLE el que instancias mexicanas hayan sido y sean participantes inadvertidas en este tipo de proyectos..." ( 1 )
1.- De genes y etnias: algo muy personal...y social.
Poco después del alzamiento zapatista de 1994 en Chiapas, México, participé como panelista en una reunión sobre rumores de armas biotóxicas contra el EZLN; era con un grupo de Profesores y alumnos de la Facultad de Economía de la UNAM. En algún momento la manera como se refería la audiencia a “los indígenas”, se me hizo fastidiosa: eran mencionados como con cierta “distancia”, como un simple objeto académico. Recordé que mis hijos grandes son 25 %"kikapoo", mi Victor Manuel –el Xocoyote- es 51% "maya" y yo con genes de "borrado" y de "huachichil"... Pregunté entonces a los asistentes: ¿“Quien está seguro de NO tener sangre indígena”?, por favor levantar la mano...¡Nadie de los 200 la levantó! entonces la reunión cambió, se hizo más emotiva, menos distante y académica, es decir, hablábamos de nosotros mismos, no de “aquellos”.
La mayoría de nosotros mexicanos, no obstante ya mezcladitos, tenemos muchos genes amerindios o, lo que es lo mismo y pese a la demagogia oficial, no es fácil encontrar UN genoma del mexicano; adicionalmente y sin que falte alguien que seguramente desearía mejor ser “nórdico químicamente puro”, la idea de “raza pura”, precisamente, ha quedado atrás con Hitler, los neonazis y algunos “neocons” –neoconservadores- estadounidenses actuales e ignorantes. Pese a ese proceso de mestizaje a lo largo del tiempo, estoy seguro que para la mayoría de los paisanos albergamos aún suficiente orgullo por la grandeza de nuestros antepasados amerindios, sus logros y la cultura que heredamos de ellos. Es precisamente por este sentimiento de orgullo y lo ambiguo de la idea del “genoma mexicano” que preocupan los informes cada vez mas frecuentes sobre investigación genómica enfocada a un nuevo tipo de armas “étnicas” o “genéticas, utilizables en un momento dado contra grupos específicos que estorban al proyecto imperial de la Unión Americana dentro o fuera de su espacio territorial (2) (3); ciertamente este nuevo tipo de bioarmas se antojan de ciencia ficción, pero no lo son. Este sueño racista de muchos, hecho realidad sobre una aparente base genética al nivel molecular, no deja de preocupar, toda vez que constituiría una refinada forma de matar basada en el conocimiento cada vez mas preciso que se tiene del “genoma humano”, incluidas las incontables variantes “cercanas” estadísticamente a las etnias, pues no hay razas puras.
Es decir, de hacerse realidad lo que hoy es una hipótesis, estaría de por medio también un número incrementado de víctimas (que el US Army suele llamar “daños colaterales”) y que llegarían a la muerte como parcialmente incluidos bajo la categoría de una “etnia” específica por sus genomas. De la misma manera como las bioarmas en general pasaron de ser en su momento solo una posibilidad y luego se hicieron realidad, así las armas étnicas o genéticas, hoy solo teóricamente posibles -y basadas en la idea de “pureza”- asimismo se harán realidad algún día... pero antes de zambullirnos en el detalle de este pronóstico pesimista, detengámonos un momento: ¿Realmente es extraño para nosotros "amerindios mestizos", el uso de estas armas genocidas –que no genéticas- en contra de nuestros antepasados aborígenes, desde que los europeos arribaron acá en 1492? ¿Qué a lo largo de la historia de nuestra América continental (otrora “Nuevo Mundo”), no ha sido sistemático el uso de ideologías, métodos y técnicas, en contra de nosotros los de este lado del Atlántico por parte de los “desarrollados” o “civilizados” europeos y sus clones?
2.- Después de1492: encuentro entre “salvajes” y “civilizados”
Casi en paralelo surgieron dos obras sobre un tema semejante pero con enfoques dispares; una, el interesante libro de Urs Bitterli sobre “el encuentro de Europa y Ultramar” en 1492 y el nacimiento de la prepotencia de “los civilizados” sobre “los salvajes” (4); la otra, es la magistral obra de Eduardo Galeano, fundamental para entender nuestro pasado amerindio y...nuestro futuro (5). El primero hace revisión detallada del encuentro, partiendo del origen de la expresión “salvaje” que, derivada del latín “ selvaticus ”, se enfoca “a degradar” a ciertos grupos humanos, como los aborígenes de América, “como si fueran parientes del hombre de las selvas o del mono” y “menospreciar” al nativo de este “Nuevo Mundo” con otros epítetos semejantes derivados de la moral occidental. A lo largo de su obra, Bitterli subraya primero el “roce” y después el “choque” cultural entre ambos mundos, basándose en “el énfasis implacable de la superioridad político-militar” del europeo invasor, que, adicionalmente, “reforzó su propia arrogancia...debida a su bajo nivel de educación y la unilateralidad desmesurada de sus intereses mercantiles.”
Al tropezón de Colón -que murió ignorando su arribo a un “Nuevo Mundo”- siguió el desconcierto de los “civilizados” ante los seres humanos que en el se encontraban, mismos que todavía en el siglo XVIII eran objeto de cavilaciones sobre su posible origen (6). En una España todavía feudal, bajo una reina Isabel “La Católica” e ideológicamente suscribiendo un “Orden Natural Bíblico” -que no había incluido ese “Nuevo Mundo”- es muy probable que toda la Europa cristiana, además de España, se preguntara después de 1492: “¿y estos? ¿de donde salieron? ¿serán humanos?... no los menciona la Biblia”.
Pasado el “encanto del primer encuentro”, como le llama Bitterli, en que los “indios arawak saludaron a Colón muy afablemente” y “ningún obstáculo parecía existir para el inicio de relaciones amistosas”, habida cuenta que “los aborígenes no disponían de ningún armamento digno de mención y además eran muy dóciles y amigables” mientras Colón –que cuando joven, se familiarizó con la trata de esclavos en plantaciones de las islas Canarias y Madeira- (7) “ya jugaba con la idea de someter a pueblos extranjeros”. De ese “encanto inicial”, pero en Europa misma, tenemos registradas otras impresiones dignas de mención en este punto. Destaca la del mas grande artista del momento: pintor- grabador, Maese Albert Dürer, alemán, quien escribió en su diario a principios del siglo XVI:
“He visto las cosas que han sido traídas al rey desde la nueva tierra del oro (sic) (México); un sol todo de ese mismo metal como de una braza (1.6 metros) de ancho y una luna toda de plata de las mismas dimensiones; dos habitaciones llenas de indumentarias y armas de la gente de allá, arcos y dardos, ropa muy extraña, colchas de cama y toda clase de objetos maravillosos que utiliza la gente, mas dignos de verse que otros prodigios; de estos objetos se estima su valor en cien mil florines. En toda mi vida....nunca había visto cosas que regocijaran mas mi corazón que estos objetos, considerados por mi como maravillosos objetos de arte, que me maravillaban por el sutil ingenio de los hombres de aquella tierra; me declaro incapaz para expresar todos los pensamientos que ahí me asaltaron...” (8)
Albrecht Dürer, Autorretrato, 1498, cortesía Google images
Ya rebasado el miedo-fascinación inicial y el rompimiento con el viejo “orden natural divino”, el hombre europeo en América comprendería, pocos años después, que el nuevo mundo circundante al que llegaron por vez primera, “no tenía ya ese caracter amenazador propio de las cosas que no se comprenden y llegaría a mirar sin temor -y hasta con curiosidad desafiante- la Creación de la que se sentían dueños; consideraba su misión el invasor, además, el poder penetrar sus secretos. El mundo se tornó entonces para el, un ámbito inmenso para la experimentación e investigación...llevada hasta el extremo” nos dice Bitterli que suscribe en última instancia para “los salvajes”, solo la posibilidad de un futuro limitado a “cotos-reserva”, muy al estilo de las previsiones de Aldous Huxley (9).
Eric Williams está en lo cierto cuando apunta en su obra que fueron escasos los sobrevivientes aborígenes resultantes de los primeros encuentros con los europeos, su explotación ulterior y su desplome de modo de vida. Llegarían después por millones los esclavos sustraídos desde África para sustituir la fuerza de trabajo indígena que desaparecía (10). Resultó así que al cabo de los años, nosotros, “los salvajes” del Nuevo Mundo y la fuerza de trabajo esclava, daríamos al Viejo, es decir, a Europa, nada menos que el algodón, base de la higiene individual derivada de la ropa y sábanas lavables, nunca antes vistas en Europa a “precios populares” diríamos hoy. No es de extrañar pues, que la mortalidad de infantes neonatos en ciudades como Londres fuera, hacia principios del siglo XVIII cercana al 90%, cuando aún no llegaba el algodón y un siglo después, época de Dickens, ¡hay niños hasta debajo de las piedras! ¿Qué pasó? No es que los flemáticos ingleses hicieran mas “el amor”, es que moría menos gente... ¡ropa y sábanas lavables! ¡Sí!, les dimos la higiene y muchas otras cosas: la más importante, les dimos el capitalismo. Gracias a las fortunas sustraídas de nuestra América y a "la Trata de Esclavos” por la vía del llamado “Triángulo de Bristol”, las fortunas crecían de la noche a la mañana, en diferentes localidades de Europa bajo un espectacular proceso de acumulación de capital que llevó a la opulencia y al “ocio creativo” al Viejo Mundo, tal como lo describe magistralmente Williams en su obra.
Posteriormente a Williams, Galeano nos lleva en su libro ya clásico como en un paseo, describiendo con estilo ameno y descarnado, la historia veraz del saqueo de América Latina sin “batallas y sin generales” (11). Enfocada a la perspectiva de como dimos y seguimos dando -“gracias a nuestra vocación de sirvienta”- muchas mas cosas a Europa y a su hijo putativo en América -los EUA- que lo que recibimos de ellos; queda en evidencia así, que los antiguos “salvajes” “mantenemos y alimentamos el desarrollo ajeno” -de los viejos “civilizados”- a costa de nuestro propio subdesarrollo que, dicho sea de paso, NO es una etapa hacia el desarrollo... ¡Como impresionan! las primeras palabras de Galeano en la Introducción a su obra:
“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta...”.
En breve, si algo caracteriza la obra de Galeano, es el conmovernos detallando el sistemático ultraje económico y étnico –que no genocida- al que ha estado sometida nuestra región durante los últimos cinco siglos.
3.- Las primeras armas étnicas: entre Cortés y Amherst.
A estas alturas del siglo XXI, hay autores como Alfred W. Crosby que, de plano, no se andan con rodeos; acusa a Europa de mil años de expansionismo “ecológico” imperial por todo el mundo. Acerca del cual, nos dice el autor, si bien se repetiría en muchos lugares el encuentro de armas de fuego contra lanzas –cuestión de tecnología militar- “todo ese expansionismo se debió mas bien a procesos biológicos concurrentes con una sustitución de recursos y gente en regiones de la zona templada de la tierra” . Para Crosby pues, en esos procesos biológicos que se alargaron por 1000 años -del 900 al 1900- las enfermedades “transplantadas” por los invasores europeos a las nuevas tierras, particularmente enfermedades infecciosas como la viruela, llegarían a tener un papel destacado en el mencionado expansionismo (12).
Bajo esa perspectiva, es inexplicable que aún persista el mito que ha rodeado por años la historia de la invasión de América por los europeos, en el que solo un puñado de invasores vencía sistemáticamente a poblaciones enteras de miles de aborígenes del Nuevo Mundo ¿Cómo fue posible tanta victoria relativamente fácil ? ¿Tanta ocupación rápida de lugares y regiones después de 1492? ¿Tanta sustracción de riqueza? Con la información hoy disponible, varios autores se han sumado a la tesis que apunta a las enfermedades infecciosas como aliadas del invasor, facilitando la llamada "conquista" que no invasión de América (13) (14). Bajo esta perspectiva, el caso relativo al antiguo dominio mexica, conocido después como Nueva España y hoy como México, puede ser considerado paradigmático para explicar con detalle lo sucedido hace cinco siglos.
Hernán Cortés, invasor de México y Mesoamérica bajo la bandera de su rey y la cruz del catolicismo –que solo encubría avidez por el oro- se hizo de un territorio cuatro veces el tamaño de la misma España, incluidos sus millones de habitantes, recursos naturales, oro, plata, diamantes, todo...¿Cómo le hizo? ¿Como fue posible? Para el efecto salió de Cuba un 10 de febrero de 1519 con 11 barcos, 508 hombres, 116 caballos, 32 ballestas, 13 escopetas, 11 cañones, 4 falconetes y mucha pólvora y “pelotas” Para el 12 de marzo del mismo año ya está en Tabasco, el 10 de julio siguiente escribe a sus reyes desde Veracruz, entra a Tlaxcala el 23 de septiembre del año y se asombra cuando entra al centro del imperio mexica, México-Tenochtitlán el siguiente 8 de noviembre. Este último hecho marcaría el principio de una serie de encuentros, sospechas , batallas, secuestros, traiciones, muertes, derrota y huida temporal de Cortés. Este aventurero, después de buscar a sus aliados de Tlaxcala, regresa el 30 de mayo de 1521 a poner sitio “formal” a la gran ciudad-isla que, finalmente, cae el 13 de agosto siguiente; fueron 75 días de sitio, hambruna y muerte por doquier...¿Porqué persiste el mito de “el puñado de invasores derrotando a un imperio”? si tan solo en su “3a. Carta de Relación” al rey de España Cortés se declara "incompetente para detener…con sus 900 soldados”…, la crueldad de los ¡150,000 aliados que tenía! contra el enemigo imperial, en la batalla final del sitio a Tenochtitlán (que costaría la vida a 50,000 mexicas derrotados) si..., leyó Ud. bien amable lector: “900 invasores españoles y sus 150 000 aliados…”(15).
Regresemos al principio de la invasión española -mal llamada por nosotros de este lado "del charco"... “conquista”- dejemos de lado los “servicios” de traducción trilingüe esclava con que contó Cortés desde un principio para negociar, amenazar, seducir, traicionar y corromper a los invadidos, dejemos de lado esas decenas de miles de aliados aborígenes que, por odiar al imperio mexica se le iban uniendo a lo largo de su trayecto invasor, dejemos de lado el refuerzo de mas españoles, caballos -los tanques de guerra de la época- y armas que se le unieron después al traicionar a Narváez y cambiar de bando, dejemos de lado las diferencias en tecnología militar de armamento y estrategias de ataque y defensa por tierra o por agua. Enfoquémonos a las enfermedades mismas que constituirían el mejor aliado de los invasores en el caso específico del México central.
Por principio de cuentas, no deja de sorprender que de las cerca de 1000 páginas a letra pequeña, que suman las observaciones de los dos de protagonistas españoles principalísimos: Cortés que escribía mucho y Bernal Díaz, su soldado acompañante, el primero no diga NADA y el segundo, solo haga observaciones mínimas acerca del daño a los indígenas que vió, provocado por enfermedades que antes de la presencia europea, les eran totalmente desconocidas; este último, en efecto, –mas objetivo y humano- se refiere al asunto apuntando en unas cuantas líneas de su abigarrada obra lo siguiente:
“Y volvamos agora al Narváez e a un negro que traía lleno de viruela, que harto negro fue para la Nueva España, (ya) que fue causa que se pegase y hinchiese toda la tierra dellas, de lo cual hobo gran mortandad, que según decían los indios, jamás tal enfermedad tuvieron, y como no la conoscían, lavábanse muchas veces, y a esta causa se murieron gran cantidad dellos, por manera que negra la ventura de Narváez, y mas prieta la muerte de tanta gente sin ser cristianos...” (16).
“La prieta muerte de tanta gente…” ha sido analizada hoy día con mayor detalle no solo por contar con traducciones fidedignas de los relatos de los viejos aborígenes de la Gran Tenochtitlán que la sufrieron (17) sino por diversos historiadores modernos que disponen, como ya se dijo, de información mas amplia y precisa: uno de estos, Wright (13) ha puntualizado:
“...los nativos americanos, por el hecho de no haber estado expuestos (antes), tenían poca o ninguna inmunidad y contrajeron las nuevas enfermedades (que traían los españoles) con rapidez (e) infección (es) sumamente virulentas...” Y parafrasea a un testigo presencial: “los indios mueren tan fácilmente que el sólo mirar y oler a un español hace que entreguen el alma...” “Hoy está claro”, continúa Wright, “...que las pestes del Viejo Mundo aniquilaron como mínimo a la mitad de la población de las civilizaciones azteca, maya e inca poco antes de su derrocamiento...”
En términos cuantitativos del proceso a través del tiempo, Gerhard (18) ha expresado el dramático efecto de la viruela mediante una gráfica muy clara que presenta el proceso diacrónico de aniquilación mexica ya señalado; de 22 millones de habitantes en 1520 a solo 1 un siglo después. Este proceso nos mueve hoy a postular, sin miedo a ser exagerados, que la invasión del México central por los españoles y la mortalidad correspondiente provocada entre los indígenas, adquiere tintes de verdadero genocidio con efectos socio-culturales tan negativos que, aunque no es el caso analizar aquí, vale decir llevaría siglos lograr su recuperación (19); ver las siguientes figuras:
(Fig. 1)
(Fig. 2)
Fig.1, tomada de la referencia (18)
Fig.2, tomada de la referencia (19)
Adicionalmente, es también interesante señalar que, 200 años después de la invasión española a Mesoamérica, algún lector anglohablante de las crónicas de Cortés y Díaz, por la via de su traductor Prescott, llegaría a enterarse de los estragos que hizo la viruela como coadyuvante en la invasión de México. Ni tardo ni perezoso, ese lector que lo fue militar y de la nobleza británica, repetiría la historia de la “prieta muerte de tanta gente…”, pero de manera intencionada y en los inminentes EUA. En efecto, el General y Lord, Jeffrey Amherst, muy moral, muy cristiano y muy “anglo”, pero con un gran odio a los nativos del Nuevo Mundo, devastó varias etnias en el Este de la Unión Americana cuando en cierta ocasión y a la voz de ¡“Inoculémoslos por este u otro método que se pueda... para extirpar a esta raza execrable...”! procedió a distribuir ropas y cobijas infectadas con el mortífero virus de la viruela, provenientes de sus propios soldados enfermos. ¡Sí! repartió ropa de enfermos entre la población aborigen cercana al Jefe Pontiac, indígena que se había levantado en armas contra los británicos en la primavera de 1763 cerca de Fort Pitt. La epidemia que se desató entonces, provocada por microbio desconocido entre los aborígenes del norte de América, contribuiría también, de manera definitiva, a la derrota de los nativos (20)(21). Es de subrayarse, no obstante, que en este caso la epidemia resultante si pasó a la historia con todo su peso moral de maldad, manchando la trayectoria militar de Amherst y dándole un lugar destacado como uno de los iniciadores de la guerra con “armas sucias” en los tiempos modernos...Y procede una reflexión: habida cuenta de lo que sucede hoy día en la Unión Americana con el uso inmoral de instrumentos de guerra y armas prohibidas en contra de poblaciones civiles del orbe ¿Es de sorprender que persistan ciudades con el nombre de Amherst en los EUA y Canadá y que siga funcionando el "Amherst College", a unos cuantos kilómetros de Boston?
4.- En EUA: del “melting pot” al “genetic cleansing”.
Al examinar detenidamente la gráfica siguiente (Fig. 3) que ilustra el monto de la deuda pública yanqui a lo largo de los 200 años que tiene la Unión Americana de vida independiente (22), pueden observarse cosas interesantes:
(Fig. 3)
1) las guerras cuestan mucho dinero, por lo que sus años de guerra, son también sus años de mayor "deuda pública", 2) paralelo al proceso expansionista de los EUA a lo largo del tiempo, el financiamiento del mismo proceso hizo que su déficit interno fuera creciendo y 3) el único momento de ¡AUSENCIA TOTAL! de déficit,1835-1855, fue coincidente con la sustracción de un enorme territorio, 54 %, al vecino y joven país llamado México –con todo y sus aborígenes-. Arrancarle ese territorio a México “no sería una de las páginas más brillantes de nuestra historia” –Kennedy dixit-, pero si les daría a los ya beligerantes USA una incalculable riqueza a cambio de un mínimo pago como indemnización –a plazos- consistente en un puñado de milloncitos de dólares... (Continuará) (Bibliografía al final de la 3a parte)
1.- De genes y etnias: algo muy personal...y social.
Poco después del alzamiento zapatista de 1994 en Chiapas, México, participé como panelista en una reunión sobre rumores de armas biotóxicas contra el EZLN; era con un grupo de Profesores y alumnos de la Facultad de Economía de la UNAM. En algún momento la manera como se refería la audiencia a “los indígenas”, se me hizo fastidiosa: eran mencionados como con cierta “distancia”, como un simple objeto académico. Recordé que mis hijos grandes son 25 %"kikapoo", mi Victor Manuel –el Xocoyote- es 51% "maya" y yo con genes de "borrado" y de "huachichil"... Pregunté entonces a los asistentes: ¿“Quien está seguro de NO tener sangre indígena”?, por favor levantar la mano...¡Nadie de los 200 la levantó! entonces la reunión cambió, se hizo más emotiva, menos distante y académica, es decir, hablábamos de nosotros mismos, no de “aquellos”.
La mayoría de nosotros mexicanos, no obstante ya mezcladitos, tenemos muchos genes amerindios o, lo que es lo mismo y pese a la demagogia oficial, no es fácil encontrar UN genoma del mexicano; adicionalmente y sin que falte alguien que seguramente desearía mejor ser “nórdico químicamente puro”, la idea de “raza pura”, precisamente, ha quedado atrás con Hitler, los neonazis y algunos “neocons” –neoconservadores- estadounidenses actuales e ignorantes. Pese a ese proceso de mestizaje a lo largo del tiempo, estoy seguro que para la mayoría de los paisanos albergamos aún suficiente orgullo por la grandeza de nuestros antepasados amerindios, sus logros y la cultura que heredamos de ellos. Es precisamente por este sentimiento de orgullo y lo ambiguo de la idea del “genoma mexicano” que preocupan los informes cada vez mas frecuentes sobre investigación genómica enfocada a un nuevo tipo de armas “étnicas” o “genéticas, utilizables en un momento dado contra grupos específicos que estorban al proyecto imperial de la Unión Americana dentro o fuera de su espacio territorial (2) (3); ciertamente este nuevo tipo de bioarmas se antojan de ciencia ficción, pero no lo son. Este sueño racista de muchos, hecho realidad sobre una aparente base genética al nivel molecular, no deja de preocupar, toda vez que constituiría una refinada forma de matar basada en el conocimiento cada vez mas preciso que se tiene del “genoma humano”, incluidas las incontables variantes “cercanas” estadísticamente a las etnias, pues no hay razas puras.
Es decir, de hacerse realidad lo que hoy es una hipótesis, estaría de por medio también un número incrementado de víctimas (que el US Army suele llamar “daños colaterales”) y que llegarían a la muerte como parcialmente incluidos bajo la categoría de una “etnia” específica por sus genomas. De la misma manera como las bioarmas en general pasaron de ser en su momento solo una posibilidad y luego se hicieron realidad, así las armas étnicas o genéticas, hoy solo teóricamente posibles -y basadas en la idea de “pureza”- asimismo se harán realidad algún día... pero antes de zambullirnos en el detalle de este pronóstico pesimista, detengámonos un momento: ¿Realmente es extraño para nosotros "amerindios mestizos", el uso de estas armas genocidas –que no genéticas- en contra de nuestros antepasados aborígenes, desde que los europeos arribaron acá en 1492? ¿Qué a lo largo de la historia de nuestra América continental (otrora “Nuevo Mundo”), no ha sido sistemático el uso de ideologías, métodos y técnicas, en contra de nosotros los de este lado del Atlántico por parte de los “desarrollados” o “civilizados” europeos y sus clones?
2.- Después de1492: encuentro entre “salvajes” y “civilizados”
Casi en paralelo surgieron dos obras sobre un tema semejante pero con enfoques dispares; una, el interesante libro de Urs Bitterli sobre “el encuentro de Europa y Ultramar” en 1492 y el nacimiento de la prepotencia de “los civilizados” sobre “los salvajes” (4); la otra, es la magistral obra de Eduardo Galeano, fundamental para entender nuestro pasado amerindio y...nuestro futuro (5). El primero hace revisión detallada del encuentro, partiendo del origen de la expresión “salvaje” que, derivada del latín “ selvaticus ”, se enfoca “a degradar” a ciertos grupos humanos, como los aborígenes de América, “como si fueran parientes del hombre de las selvas o del mono” y “menospreciar” al nativo de este “Nuevo Mundo” con otros epítetos semejantes derivados de la moral occidental. A lo largo de su obra, Bitterli subraya primero el “roce” y después el “choque” cultural entre ambos mundos, basándose en “el énfasis implacable de la superioridad político-militar” del europeo invasor, que, adicionalmente, “reforzó su propia arrogancia...debida a su bajo nivel de educación y la unilateralidad desmesurada de sus intereses mercantiles.”
Al tropezón de Colón -que murió ignorando su arribo a un “Nuevo Mundo”- siguió el desconcierto de los “civilizados” ante los seres humanos que en el se encontraban, mismos que todavía en el siglo XVIII eran objeto de cavilaciones sobre su posible origen (6). En una España todavía feudal, bajo una reina Isabel “La Católica” e ideológicamente suscribiendo un “Orden Natural Bíblico” -que no había incluido ese “Nuevo Mundo”- es muy probable que toda la Europa cristiana, además de España, se preguntara después de 1492: “¿y estos? ¿de donde salieron? ¿serán humanos?... no los menciona la Biblia”.
Pasado el “encanto del primer encuentro”, como le llama Bitterli, en que los “indios arawak saludaron a Colón muy afablemente” y “ningún obstáculo parecía existir para el inicio de relaciones amistosas”, habida cuenta que “los aborígenes no disponían de ningún armamento digno de mención y además eran muy dóciles y amigables” mientras Colón –que cuando joven, se familiarizó con la trata de esclavos en plantaciones de las islas Canarias y Madeira- (7) “ya jugaba con la idea de someter a pueblos extranjeros”. De ese “encanto inicial”, pero en Europa misma, tenemos registradas otras impresiones dignas de mención en este punto. Destaca la del mas grande artista del momento: pintor- grabador, Maese Albert Dürer, alemán, quien escribió en su diario a principios del siglo XVI:
“He visto las cosas que han sido traídas al rey desde la nueva tierra del oro (sic) (México); un sol todo de ese mismo metal como de una braza (1.6 metros) de ancho y una luna toda de plata de las mismas dimensiones; dos habitaciones llenas de indumentarias y armas de la gente de allá, arcos y dardos, ropa muy extraña, colchas de cama y toda clase de objetos maravillosos que utiliza la gente, mas dignos de verse que otros prodigios; de estos objetos se estima su valor en cien mil florines. En toda mi vida....nunca había visto cosas que regocijaran mas mi corazón que estos objetos, considerados por mi como maravillosos objetos de arte, que me maravillaban por el sutil ingenio de los hombres de aquella tierra; me declaro incapaz para expresar todos los pensamientos que ahí me asaltaron...” (8)
Albrecht Dürer, Autorretrato, 1498, cortesía Google images
Eric Williams está en lo cierto cuando apunta en su obra que fueron escasos los sobrevivientes aborígenes resultantes de los primeros encuentros con los europeos, su explotación ulterior y su desplome de modo de vida. Llegarían después por millones los esclavos sustraídos desde África para sustituir la fuerza de trabajo indígena que desaparecía (10). Resultó así que al cabo de los años, nosotros, “los salvajes” del Nuevo Mundo y la fuerza de trabajo esclava, daríamos al Viejo, es decir, a Europa, nada menos que el algodón, base de la higiene individual derivada de la ropa y sábanas lavables, nunca antes vistas en Europa a “precios populares” diríamos hoy. No es de extrañar pues, que la mortalidad de infantes neonatos en ciudades como Londres fuera, hacia principios del siglo XVIII cercana al 90%, cuando aún no llegaba el algodón y un siglo después, época de Dickens, ¡hay niños hasta debajo de las piedras! ¿Qué pasó? No es que los flemáticos ingleses hicieran mas “el amor”, es que moría menos gente... ¡ropa y sábanas lavables! ¡Sí!, les dimos la higiene y muchas otras cosas: la más importante, les dimos el capitalismo. Gracias a las fortunas sustraídas de nuestra América y a "la Trata de Esclavos” por la vía del llamado “Triángulo de Bristol”, las fortunas crecían de la noche a la mañana, en diferentes localidades de Europa bajo un espectacular proceso de acumulación de capital que llevó a la opulencia y al “ocio creativo” al Viejo Mundo, tal como lo describe magistralmente Williams en su obra.
Posteriormente a Williams, Galeano nos lleva en su libro ya clásico como en un paseo, describiendo con estilo ameno y descarnado, la historia veraz del saqueo de América Latina sin “batallas y sin generales” (11). Enfocada a la perspectiva de como dimos y seguimos dando -“gracias a nuestra vocación de sirvienta”- muchas mas cosas a Europa y a su hijo putativo en América -los EUA- que lo que recibimos de ellos; queda en evidencia así, que los antiguos “salvajes” “mantenemos y alimentamos el desarrollo ajeno” -de los viejos “civilizados”- a costa de nuestro propio subdesarrollo que, dicho sea de paso, NO es una etapa hacia el desarrollo... ¡Como impresionan! las primeras palabras de Galeano en la Introducción a su obra:
“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta...”.
En breve, si algo caracteriza la obra de Galeano, es el conmovernos detallando el sistemático ultraje económico y étnico –que no genocida- al que ha estado sometida nuestra región durante los últimos cinco siglos.
3.- Las primeras armas étnicas: entre Cortés y Amherst.
A estas alturas del siglo XXI, hay autores como Alfred W. Crosby que, de plano, no se andan con rodeos; acusa a Europa de mil años de expansionismo “ecológico” imperial por todo el mundo. Acerca del cual, nos dice el autor, si bien se repetiría en muchos lugares el encuentro de armas de fuego contra lanzas –cuestión de tecnología militar- “todo ese expansionismo se debió mas bien a procesos biológicos concurrentes con una sustitución de recursos y gente en regiones de la zona templada de la tierra” . Para Crosby pues, en esos procesos biológicos que se alargaron por 1000 años -del 900 al 1900- las enfermedades “transplantadas” por los invasores europeos a las nuevas tierras, particularmente enfermedades infecciosas como la viruela, llegarían a tener un papel destacado en el mencionado expansionismo (12).
Bajo esa perspectiva, es inexplicable que aún persista el mito que ha rodeado por años la historia de la invasión de América por los europeos, en el que solo un puñado de invasores vencía sistemáticamente a poblaciones enteras de miles de aborígenes del Nuevo Mundo ¿Cómo fue posible tanta victoria relativamente fácil ? ¿Tanta ocupación rápida de lugares y regiones después de 1492? ¿Tanta sustracción de riqueza? Con la información hoy disponible, varios autores se han sumado a la tesis que apunta a las enfermedades infecciosas como aliadas del invasor, facilitando la llamada "conquista" que no invasión de América (13) (14). Bajo esta perspectiva, el caso relativo al antiguo dominio mexica, conocido después como Nueva España y hoy como México, puede ser considerado paradigmático para explicar con detalle lo sucedido hace cinco siglos.
Hernán Cortés, invasor de México y Mesoamérica bajo la bandera de su rey y la cruz del catolicismo –que solo encubría avidez por el oro- se hizo de un territorio cuatro veces el tamaño de la misma España, incluidos sus millones de habitantes, recursos naturales, oro, plata, diamantes, todo...¿Cómo le hizo? ¿Como fue posible? Para el efecto salió de Cuba un 10 de febrero de 1519 con 11 barcos, 508 hombres, 116 caballos, 32 ballestas, 13 escopetas, 11 cañones, 4 falconetes y mucha pólvora y “pelotas” Para el 12 de marzo del mismo año ya está en Tabasco, el 10 de julio siguiente escribe a sus reyes desde Veracruz, entra a Tlaxcala el 23 de septiembre del año y se asombra cuando entra al centro del imperio mexica, México-Tenochtitlán el siguiente 8 de noviembre. Este último hecho marcaría el principio de una serie de encuentros, sospechas , batallas, secuestros, traiciones, muertes, derrota y huida temporal de Cortés. Este aventurero, después de buscar a sus aliados de Tlaxcala, regresa el 30 de mayo de 1521 a poner sitio “formal” a la gran ciudad-isla que, finalmente, cae el 13 de agosto siguiente; fueron 75 días de sitio, hambruna y muerte por doquier...¿Porqué persiste el mito de “el puñado de invasores derrotando a un imperio”? si tan solo en su “3a. Carta de Relación” al rey de España Cortés se declara "incompetente para detener…con sus 900 soldados”…, la crueldad de los ¡150,000 aliados que tenía! contra el enemigo imperial, en la batalla final del sitio a Tenochtitlán (que costaría la vida a 50,000 mexicas derrotados) si..., leyó Ud. bien amable lector: “900 invasores españoles y sus 150 000 aliados…”(15).
Regresemos al principio de la invasión española -mal llamada por nosotros de este lado "del charco"... “conquista”- dejemos de lado los “servicios” de traducción trilingüe esclava con que contó Cortés desde un principio para negociar, amenazar, seducir, traicionar y corromper a los invadidos, dejemos de lado esas decenas de miles de aliados aborígenes que, por odiar al imperio mexica se le iban uniendo a lo largo de su trayecto invasor, dejemos de lado el refuerzo de mas españoles, caballos -los tanques de guerra de la época- y armas que se le unieron después al traicionar a Narváez y cambiar de bando, dejemos de lado las diferencias en tecnología militar de armamento y estrategias de ataque y defensa por tierra o por agua. Enfoquémonos a las enfermedades mismas que constituirían el mejor aliado de los invasores en el caso específico del México central.
Por principio de cuentas, no deja de sorprender que de las cerca de 1000 páginas a letra pequeña, que suman las observaciones de los dos de protagonistas españoles principalísimos: Cortés que escribía mucho y Bernal Díaz, su soldado acompañante, el primero no diga NADA y el segundo, solo haga observaciones mínimas acerca del daño a los indígenas que vió, provocado por enfermedades que antes de la presencia europea, les eran totalmente desconocidas; este último, en efecto, –mas objetivo y humano- se refiere al asunto apuntando en unas cuantas líneas de su abigarrada obra lo siguiente:
“Y volvamos agora al Narváez e a un negro que traía lleno de viruela, que harto negro fue para la Nueva España, (ya) que fue causa que se pegase y hinchiese toda la tierra dellas, de lo cual hobo gran mortandad, que según decían los indios, jamás tal enfermedad tuvieron, y como no la conoscían, lavábanse muchas veces, y a esta causa se murieron gran cantidad dellos, por manera que negra la ventura de Narváez, y mas prieta la muerte de tanta gente sin ser cristianos...” (16).
“La prieta muerte de tanta gente…” ha sido analizada hoy día con mayor detalle no solo por contar con traducciones fidedignas de los relatos de los viejos aborígenes de la Gran Tenochtitlán que la sufrieron (17) sino por diversos historiadores modernos que disponen, como ya se dijo, de información mas amplia y precisa: uno de estos, Wright (13) ha puntualizado:
“...los nativos americanos, por el hecho de no haber estado expuestos (antes), tenían poca o ninguna inmunidad y contrajeron las nuevas enfermedades (que traían los españoles) con rapidez (e) infección (es) sumamente virulentas...” Y parafrasea a un testigo presencial: “los indios mueren tan fácilmente que el sólo mirar y oler a un español hace que entreguen el alma...” “Hoy está claro”, continúa Wright, “...que las pestes del Viejo Mundo aniquilaron como mínimo a la mitad de la población de las civilizaciones azteca, maya e inca poco antes de su derrocamiento...”
En términos cuantitativos del proceso a través del tiempo, Gerhard (18) ha expresado el dramático efecto de la viruela mediante una gráfica muy clara que presenta el proceso diacrónico de aniquilación mexica ya señalado; de 22 millones de habitantes en 1520 a solo 1 un siglo después. Este proceso nos mueve hoy a postular, sin miedo a ser exagerados, que la invasión del México central por los españoles y la mortalidad correspondiente provocada entre los indígenas, adquiere tintes de verdadero genocidio con efectos socio-culturales tan negativos que, aunque no es el caso analizar aquí, vale decir llevaría siglos lograr su recuperación (19); ver las siguientes figuras:
(Fig. 1)
(Fig. 2)
Fig.1, tomada de la referencia (18)
Fig.2, tomada de la referencia (19)
Adicionalmente, es también interesante señalar que, 200 años después de la invasión española a Mesoamérica, algún lector anglohablante de las crónicas de Cortés y Díaz, por la via de su traductor Prescott, llegaría a enterarse de los estragos que hizo la viruela como coadyuvante en la invasión de México. Ni tardo ni perezoso, ese lector que lo fue militar y de la nobleza británica, repetiría la historia de la “prieta muerte de tanta gente…”, pero de manera intencionada y en los inminentes EUA. En efecto, el General y Lord, Jeffrey Amherst, muy moral, muy cristiano y muy “anglo”, pero con un gran odio a los nativos del Nuevo Mundo, devastó varias etnias en el Este de la Unión Americana cuando en cierta ocasión y a la voz de ¡“Inoculémoslos por este u otro método que se pueda... para extirpar a esta raza execrable...”! procedió a distribuir ropas y cobijas infectadas con el mortífero virus de la viruela, provenientes de sus propios soldados enfermos. ¡Sí! repartió ropa de enfermos entre la población aborigen cercana al Jefe Pontiac, indígena que se había levantado en armas contra los británicos en la primavera de 1763 cerca de Fort Pitt. La epidemia que se desató entonces, provocada por microbio desconocido entre los aborígenes del norte de América, contribuiría también, de manera definitiva, a la derrota de los nativos (20)(21). Es de subrayarse, no obstante, que en este caso la epidemia resultante si pasó a la historia con todo su peso moral de maldad, manchando la trayectoria militar de Amherst y dándole un lugar destacado como uno de los iniciadores de la guerra con “armas sucias” en los tiempos modernos...Y procede una reflexión: habida cuenta de lo que sucede hoy día en la Unión Americana con el uso inmoral de instrumentos de guerra y armas prohibidas en contra de poblaciones civiles del orbe ¿Es de sorprender que persistan ciudades con el nombre de Amherst en los EUA y Canadá y que siga funcionando el "Amherst College", a unos cuantos kilómetros de Boston?
4.- En EUA: del “melting pot” al “genetic cleansing”.
Al examinar detenidamente la gráfica siguiente (Fig. 3) que ilustra el monto de la deuda pública yanqui a lo largo de los 200 años que tiene la Unión Americana de vida independiente (22), pueden observarse cosas interesantes:
(Fig. 3)
1) las guerras cuestan mucho dinero, por lo que sus años de guerra, son también sus años de mayor "deuda pública", 2) paralelo al proceso expansionista de los EUA a lo largo del tiempo, el financiamiento del mismo proceso hizo que su déficit interno fuera creciendo y 3) el único momento de ¡AUSENCIA TOTAL! de déficit,1835-1855, fue coincidente con la sustracción de un enorme territorio, 54 %, al vecino y joven país llamado México –con todo y sus aborígenes-. Arrancarle ese territorio a México “no sería una de las páginas más brillantes de nuestra historia” –Kennedy dixit-, pero si les daría a los ya beligerantes USA una incalculable riqueza a cambio de un mínimo pago como indemnización –a plazos- consistente en un puñado de milloncitos de dólares... (Continuará) (Bibliografía al final de la 3a parte)
1 Comments:
Que suerte tienen los que no se bañan, quizas, si hubieran sido igual desucios los indigenas de nuestra tierra que los del viejo continente, hubieran desarrollado nuestra propia peste, con la cual defendernos del invasor.
Muy buen trabajo, muy interesanta. Un saludo, Alexis Massieu Alvarez.
By Administrador, at 10:45 AM
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