Ciencia y Sociedad

Wednesday, July 26, 2006

DEL CONTEO DE VOTOS POR EL IFE EL PASADO 2-07-06 ¿UNA IRREGULARIDAD MÁS?

El Ing. Juan Luis Ruiz de los Toyos, del Instituto de Ingeniería de la UNAM y amigo y colaborador de muchos años del Director de este portal, nos ha enviado la siguiente nota que consideramos muy importante dar a conocer.

El presente documento es con relación al conflicto electoral, porque siento la necesidad de externar mi preocupación en lo que a mi juicio es tratar de justificar el proceso electoral sobre bases falsas, aunque los argumentos que usan los representantes de los diferentes partidos serían válidos siempre y cuando se basasen en datos confiables.

Lo que a continuación, trataré de explicar es totalmente apartidista y basado en mi experiencia en desarrollo de sistemas de información y un poco en metrología.

Medir significa comparar contra un patrón adoptado y definido. Siempre que se mide se tiene UN ERROR NATURAL propio del proceso es sí de medición, por lo que es muy importante saber de que magnitud es éste error para determinar si es significativo y que invalida la medición.

Llevados estos conceptos al conflicto electoral me llama la atención lo siguiente:

a) No le he oído al IFE decir cual es el error natural de su sistema de cómputo de votos. Enfatizo es un error natural del sistema que no se debe a fraude. Este error debió ser determinado estadísticamente revisando las elecciones realizadas en el pasado o a través de simulaciones previas para la “calibración” del sistema.
b) Si pensamos que en números redondos la votación fue de 45,000,000 de votos y la disputa está en el orden de los 260,000 votos esto significa que la diferencia entre los candidatos en disputa es algo cercano a las 6 milésimas es decir 0.006. Me atrevería a decir que es muy probable que el error natural del sistema de conteo de votos del IFE es mayor a estas 6 milésimas. Si en realidad éste error natural del sistema es del orden de magnitud o mayor a la diferencia entre el número de votos de los candidatos en conflicto, entonces la medición no es confiable. Pregunto.... ¿El IFE determinó y ha publicado el error natural de su sistema de conteo de votos?

Mi conclusión aquí, es que si éste error natural del sistema de conteo de votos del IFE - no debido a fraude - es mayor a las seis milésimas, debe de considerarse seriamente la revisión de este proceso y estar de acuerdo en el conteo de voto por voto.

Si adicionalmente a lo anterior consideramos la hipótesis del “fraude electrónico” entonces le expreso mis consideraciones acerca de los cuidados que debió tener el IFE para minimizar la posibilidad de este fraude electrónico.

A mi juicio existen tres áreas en el sistema de cómputo electrónico de votos donde se pudo haber realizado el hipotético fraude.

Primera.- En los programas que propiamente realizan el conteo.

Aquí el programador puede introducir en los programas, rutinas ó algoritmos que deformen los resultados del conteo, rápidamente se me ocurren algunos:

a) Introducir contadores internos de votos para que el programa por cada 10 votos del partido “A” le quite uno a éste y lo sume al partido “B” donde el partido “B” puede ser cualquiera de los participantes en la elección, no necesariamente el partido contrincante cercano y de esta forma el número total de votos no se altera, mismo que debió ser utilizado como una cifra de control del proceso.
b) Cada vez que la diferencia de votos entre los dos partidos contrincantes sea igual o menor a un porcentaje “X” entonces quítale votos al partido “A” y súmaselos al partido “B”
c) Cualquier otro algoritmo que se le ocurra, aquí el límite es la imaginación.

Para evitar esta situación, el IFE debió de tener la precaución de auditar la(s) computadora(s) que se utilizaron para determinar que estaba(n) limpia(s) de cualquier programa diferente al del sistema oficial de conteo.

Adicionalmente a esto debió auditar el código fuente de los programas, (Son las instrucciones del programa en lenguaje de programación y un programador experto en ese lenguaje puede entender lo que programó otra persona). Este programador auditor debió certificar que los programas no contenían “algoritmos exóticos”.

Después de esto el IFE debió auditar la compilación de estos programas y dejarlos en modo ejecutable en la computadora. (Es la traducción del código fuente a código binario que es el que la computadora interpreta y ejecuta). Si el IFE solo recibió el código ejecutable jamás pudo haber auditado los programas utilizados en el cómputo de votos, ya que hasta la fecha no conozco a nadie capaz de entender el código ejecutable.

La pregunta es.....: ¿Tuvo el IFE todas estas precauciones?

Segunda.- En los programas que cargaron la base de datos.

En estos programas debieron tenerse las mismas precauciones que en el caso anterior, pero adicionalmente me llamó mucho la atención la falta de profesionalismo de quien hizo el programa de carga de datos, ya que es de primaria, que en este tipo de programas se incluyan rutinas para minimizar el error en la introducción de los datos. Por ejemplo, el Lic. López Obrador mencionó errores donde el número de votos de ciertas casillas cargado en la base de datos es mayor al número de boletas de la lista nominal, más las 10 boletas adicionales. Repito, es de primaria incluir rutinas donde si esta situación se da al introducir los datos, el dato erróneo sea rechazado antes de cargarlo a la base de datos para evitar, en lo posible, la corrupción de la base de datos.

Los americanos tienen un dicho que ilustra este tipo de “descuidos” en el control de calidad en el proceso de generación de bases de datos de sistemas de cómputo y que en español dice: “Basura entra, basura sale”.

Aquí no me queda claro si fue novatez del programador o efectivamente hubo dolo.

Esta baja calidad en los programas del sistema electrónico de conteo de votos hace razonable pensar que el error en éste sistema puede ser muy considerable.

Si adicionalmente a lo anterior hubo alteración de las urnas antes de cargar los datos al sistema electrónico, entonces el revoltijo en los datos es mayúsculo.

Con referencia a los datos estadísticos proporcionados por las diferentes compañías contratadas, quiero aclarar que sus procesos están bien hechos, pero están basados en datos no confiables ya que sus muestras las toman del propio sistema de recolección de datos del IFE. Cuando estas compañías se refieren “al grado de confiabilidad” de sus cifras se refieren al error de SU PROCESO, pero éste analiza datos no confiables. Deberían de ser un poco más claros y decir “SI los datos analizados son confiables entonces en error es de tanto.” Cuando se habla de cantidades estadísticas hay que tener mucho cuidado como se expresan estas cifras, ya que por ejemplo, estadísticamente hablando, es posible que usted se ahogue en un río cuya profundidad promedio es de diez centímetros.

Entonces aquí nuevamente es necesario el conteo voto por voto.

Tercera. Que a través del sistema de comunicaciones se haya podido introducir algún “hacker” y haya insertado en los programas algoritmos del tipo antes mencionados.

La única forma que conozco de evitar, “las travesuras” de este tipo de genios de la computación, es tener la computadora desconectada de cualquier red de comunicaciones ya sea privada ó Internet lo que en el medio se conoce como modo “stand alone”.

¿Estaba la máquina del IFE desconectada de la red? Creo que no, porque los datos fueron introducidos en forma remota.

En este caso, para minimizar esta posibilidad, el IFE debió en diferentes momentos del proceso, copiar el programa que se estaba ejecutando en ese momento escogido aleatoriamente y de ser posible realizarle lo que se conoce como ingeniería inversa, que consiste regresar del código ejecutable al código fuente y auditar éste código fuente. Otra posibilidad es la de ejecutar el programa, copiado en código ejecutable, con datos de control donde previamente se conoce el resultado del proceso, el cual debe de coincidir con el resultado de la prueba.

Por todo lo anterior creo que lo más sensato es ir al conteo voto por voto.

Regresando a la hipótesis de que no hubo fraude, El ERROR NATURAL DEL SISTEMA debe determinarse para determinar la validez técnica de los resultados.

Éste error natural se genera por los errores humanos, en el conteo de los votos en las casillas, en el momento de escribir los datos en las actas, en el momento de teclear los datos, etc. En general el error natural del sistema se genera en cualquier parte del proceso donde hay intervención humana, siempre se presenta y es independiente de la limpieza de las elecciones en las casillas, de la honorabilidad de los funcionarios de casillas, de los litros de tinta gastados, a todo lo que se ha discutido sobre la legalidad de la elección y de la gobernabilidad del país, etc., por lo que este tipo de argumentos no validan ni justifican una medición mal hecha.

Si efectivamente se quiere respetar la voluntad del pueblo, debe de determinarse claramente el error del sistema del IFE y compararlo con la diferencia de votos para determinar la confiabilidad del resultado. Además debe descartarse la posibilidad del fraude electrónico y de alteración de urnas”.

Mi conclusión final es que no se puede tomar decisiones basadas en los datos actuales porque considero que no son confiables por lo antes expuesto y el IFE debe tener más cuidado en el manejo de datos tan importantes como lo son los resultados de una elección presidencial.


Ing. Juan Luis Ruiz y de los Toyos
mailto: kontatu@hotmail.com





A continuación se comentan algunos conceptos técnicos en los cuales están basadas las consideraciones antes expuestas.

Primero.- Medir significa comparar contra un patrón adoptado y definido, en muchas ocasiones, en forma caprichosa, pero una vez definido y aceptado se convierte en una referencia. Por ejemplo son patrones para medir longitudes: el metro y el pié, para medir peso: el kilogramo y la libra, para medir temperatura: los grados kelvin, centígrados, y así para otras unidades.

Segundo.- Siempre que se mide se tiene UN ERROR, por lo que es muy importante saber de que magnitud es el error para determinar si es significativo y que invalide la medición. Para determinar la importancia del error, hay que tomar en cuenta la historia estadística de los errores cometidos en mediciones anteriores similares y tener en cuenta que las unidades del error sean las mismas que se utilizan en la medición. Por ejemplo, si estamos midiendo distancias en el universo y utilizamos años luz como unidad de medida y las distancias a medir están en el rango de los millones de años luz, definitivamente un error (si se pudiese determinar de este tamaño) de 8000 kilómetros sería un error totalmente despreciable aunque alguien pudiera decir que es muy grande pues es la distancia entre México y España.

Tercero.- Las herramientas que se utilizan para hacer las mediciones introducen por sí mismas errores en las mediciones, por lo que es muy importante saber la PRECISIÓN del aparato para poder compensar el error del aparato, por ejemplo, es mejor tener un reloj preciso que uno exacto, un reloj parado es exacto dos veces al día pero no nos sirve para medir duraciones de eventos, sin embargo un reloj preciso que sabemos que en cada hora se atrasa 3 segundos, entonces podemos compensar su error y así MINIMIZAR el error total en la medición.

El tener definido el error del aparato que se utiliza es muy importante para determinar si es significativo a tal grado que invalide la medición. Por ejemplo si el médico le dice, que si el resultado de un estudio realizado con el aparato “X” resulta igual o mayor a 5 unidades le tienen que amputar una pierna, y resulta que después de realizar el estudio el resultado es de 5.001unidades pero el error del aparato que se utilizó en su estudio es de 0.005. ¿Aceptaría usted que le amputaran la pierna?. Me atrevo a decir que NO ACEPTARÍA y pediría que se utilizara un aparato cuyo error fuera menor o que se realizaran un número significativo de mediciones para determinar estadísticamente un error más confiable.

Sunday, July 09, 2006

A PROPÓSITO DE LAS ELECCIONES DE… 1940

El que esto escribe lo recuerda muy bien, ya tenía 9 años de edad. La edad de los cuates y de la camaradería. Jugar en pandilla. Ganar la calle. Excursiones a los muros lejanos color ladrillo rojo de la ex Hacienda de Narvarte que se veía en el horizonte lejano de la calle de Rosal, hoy Gabriel Mancera, por Xola, donde vivía mi abuelo.

Ese domingo de julio, ningún menor de edad salió a la calle a jugar. Sólo los mayores salieron a votar. La chaviza se fletó encerrada. Nos decían: “habrá balazos entre los almazanistas y los ávila-camachistas y no pueden salir”. Previamente había sorprendido el dedazo del Presidente Lázaro Cárdenas en dirección del General Manuel Ávila Camacho previo a la campaña, pues su brazo derecho, o más bien, izquierdo, era Francisco J. Múgica, otro general de las confianzas personales y políticas de Tata Lázaro. Era marcadamente socialista; y se decía que de su puño y letra salió el Decreto para la expropiación petrolera.

Otro general, Juan Andrew Almazán, no se dejaba. Proyanqui, lideraba a los antigobernistas para ser presidente e iba contra el que quisiera “dejar” Tata Lázaro; tenía muchos adeptos entre la clase alta. Por lo pronto el día de referencia no salimos los niños quienes nos enteramos después, que sí hubo plomazos, robo de urnas y todo lo demás. Ganó la presidencia Ávila Camacho, y lo primero que declaró a la prensa fue: “Soy creyente”. Desde luego no llegó “el rojo de Múgica” ni el proyanqui de Almazán. Parece que éste último se fue inmediatamente después de esas elecciones a los EUA, dejando sus multimillonarias propiedades a buen recaudo (medio Acapulco allá por la playa de Hornos y medio Coyoacán allá por Xoco). Esto y más, no lo leí, lo viví…

Transcurrir de la vida. Es la primavera de 1981 y hay una comilona en los jardines del CIAD que ofrece el doctor Carlos E. Peña para promover la creación formal de su Centro (de Investigación en Alimentos y Desarrollo) en Hermosillo, Sonora. Presencia del Gobernador Alejandro Carrillo Marcor que se sienta justo enfrente del suscrito. Chelas frías y excelente carne. Ineludible conversación con este personaje de la alta política cercano por años a Tata Lázaro… “¿Y usted, Manuel, es pariente de Don Wilfrido Massieu?”… “¿Sí, señor Gobernador, fue mi abuelo”… “¡Qué hombre tan inteligente!” Apuntó Don Alejandro al recordar que mi abuelo dirigió el ITI, base fundacional del actual IPN por más de 10 años. Se habló sobre Vasconcelos, sobre Lombardo Toledano, sobre la Universidad Obrera y la Universidad Gabino Barreda, precursoras de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas –ENCB, mi alma matter–, hoy integrada al IPN, al que le antecede y que a su vez dio origen a la escuela mexicana de antropología e historia después de 1938.

No resistí el embate de la curiosidad –motor de todo investigador– y le espeté la pregunta a Don Alejandro: “¿Si el hombre de las confianzas de Tata Lázaro era Múgica, por qué escogió finalmente a Ávila Camacho para sucederlo?” Por un instante pareció que bajaba la temperatura en el jardín al cero absoluto –estábamos a más de 35°C-. Cesaron las conversaciones y el retintín de los vasos y platos. Todas las miradas se concentraron en el Gobernador y por unos segundos me sentí impertinente. El licenciado Carrillo Marcor carraspeó, dio un sorbo a su café y me aclaró: “Mire Manuel, yo no me atreví a hacerle esa pregunta al General (LC) hasta pasados muchos años cuando pasábamos unos días en algún lugar del Caribe y todo era tranquilidad y privacía a nuestro alrededor; y su respuesta fue la siguiente”. Transcribo, palabras más, palabras menos, según lo recuerdo la versión del Licenciado Carrillo Marcor:

“La política no escapa al rumor ni al chisme y un buen político los aprovecha como barómetro del sentir popular. En ese sentido un cierto rumorólogo adicto al frontenis, se reunía domingo a domingo con un grupo que jugaba en las instalaciones propiedad del General Almazán, en el pueblo de Xoco” –N.O. de Coyoacán, allá por donde está el Centro Bancomer frente al metro Coyoacán; donde recuerdo los edificios amarillos con techo de teja en aquél estilo cursi llamado “Colonial Californiano” y de los cuales queda sólo una especie de minarete árabe–. “En el frontón de Almazán se jugaba y se apostaba fuerte. Abundaban los políticos y ex militares, subrayándoseme que un cierto día el General Almazán hizo alarde de un reloj de pulsera muy costoso que portaba en su muñeca, diciendo que había sido obsequiado hacía unos días al que iba a ser el próximo presidente de México, es decir, él mismo. Agregó que dada su popularidad ya tenía prestos un número significativo de diputados y senadores allegados, listos para desplazarse a San Antonio Texas y declararse ahí como un Congreso de la Unión en el exilio. Por supuesto, otras fuentes de información le hacían apoyarse en la simpatía norteamericana hacia él y en la preocupación del vecino país del norte por el carácter de mi régimen y la posibilidad de que optara yo por Múgica…” en este momento terminó Don Alejandro su cita al ex presidente Cárdenas reproduciéndolo con mímica al citarlo con énfasis: “mira, Alejandro, si yo insisto en Múgica como mi candidato, ahí perdemos otra mitad de nuestro territorio nacional…”

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