La Ciencia en Tiempos de FOX ( 6 ): GRAN SALTO ATRÁS Y… DISLATES EN EL IPN.
La obra “Historia de las Profesiones en México” editada en 1982 por El Colegio de México nos señala, entre mucha información valiosa, que “De 1867 a 1910 los profesionistas formaron una élite social e intelectual” y que “en 1900 solo el 0.55% de la población total estaba dedicada a este tipo de actividad; aunque aparentemente este grupo era privilegiado en cuanto a su remuneración, estaba sujeto a serias contradicciones pues a pesar de que el país necesitaba muchos profesionistas, no había suficientes fuentes de trabajo.” Es decir, hace un siglo estábamos igualito que hoy en día o todo lo contrario, que hoy tiempos de Foxirio, estamos igualito que en tiempos de don Porfirio.
Datos del INEGI derivados de la última actualización del censo -2004- nos indican que de un total de 26.5 millones de educandos en el país, 14.7 lo estaban en primaria y solamente 2.1 en el nivel terciario o superior. Mucha tinta se ha derramado demostrando con ello que el llamado “sistema educativo”es un eficiente filtro socioeconómico -para esto si- en el que no todos llegan a ser profesionistas. Consecuentemente, no debería extrañar que según datos del INEGI para el año de referencia, la nación mexicana, con sus 100 millones de habitantes solo tuviera 1.9 millones de profesionistas –en todos los campos- es decir, solamente el 1.9 % de la población total. Bajo esta perspectiva ¿sería exagerado decir que en el último siglo transcurrido, la enseñanza superior y los mecanismos de absorción de egresados han sido un rotundo fracaso en nuestro país? ¡Solamente triplicamos el número de profesionistas! (y muchos no laboran en lo suyo) puesto de otra manera: si en tiempos de Porfirio (Díaz, no el otro) había que alinear a 200 mexicanos para encontrar a 1 profesionista, hoy en día, tiempos de Foxirio, encontraremos solamente a 4 alineando los mismos 200. No hemos prosperado mucho en este asunto.
Y no se hagan bolas -dijo Zedillo-, claro que sí ha tenido lugar un heróico esfuerzo nacional para alfabetizar al pueblo y darle enseñanza básica a lo largo de un siglo -con todo y Revolución Mexicana con su millón de difuntos de por medio- pero este logro no es óbice para señalar que el nivel de enseñanza superior, ha padecido de una lamentable hipertrofia burocrática e ineficiencia. Ni tenemos profesionistas suficientes ni fuentes de trabajo para ellos en el marco de las necesidades de la nación, particularmente en las áreas científicas y técnicas que demandan los tiempos actuales ¿conoce el lector algún climatólogo o meteorólogo?¿algún experto en alimentos transgénicos?¿ quizá algún químico ambiental o profesional en tratamiento de agua o energía solar?¿alguien enterado del posible daño por antenas de telefonía celular a menores?¿Algún profesional del bioterrorismo –pro o contra-?
Hace algunos años, el camarada Mao, previendo el mundo futuro frente a las carencias del pueblo chino en su época, habló de dar “un gran salto adelante” el cual , además de otros factores, contribuiría a hacer de su país lo que es hoy, una nación en el umbral de ser potencia científica-tecnológica. Nosotros, de manera contrapuesta, podemos hablar hoy del ”GRAN SALTO ATRÁS” mexicano en la materia, habida cuenta del desprecio y bloqueo eclesial de la camarilla panista que nos gobierna, al esfuerzo nacional de décadas anteriores en materia de ciencia, técnica y enseñanza superior, sumado al panorama de ineficiencia señalado al principio de esta nota.
En sincronía con lo anterior, hay efectos reflejos dignos de mención como la reciente propuesta -figura 1- del Director General de IPN, Dr. Enrique Villa, que (¿Dr. Julio Rubio Oca, su discreto y solapador Subsecretario de Educación Pública, dixit?), aunque usted no lo crea, apunta a que los títulos profesionales (¿que otorga la Secretaría de Educación Pública? ¿la universidades autónomas? ¿Cuales?) requieran de un “certificado de caducidad” (sic) “de al menos cinco años” (re-sic)),”que garantice (triple sic) la calidad de los servicios que ofrecen los profesores de las instituciones de enseñanza superior a la sociedad”. ¿Cómo la ven?
Por otro lado ¿de donde viene este asunto de “la certificación de la enseñanza superior”? El CENEVAL, comandado por el Dr. Salvador Malo (colega del Dr. Rubio desde sus años en la UNAM donde pertenecían al grupo de físicos no necesariamente destacados por su pensamiento progresista) no se anda con rodeos. Junto con representantes de la SEP y otras instancias, participan en cierta comisión que –en su propias palabras- intenta “dirigir esfuerzos hacia el tema de la movilidad internacional de los profesionistas mexicanos...” ¡Enhorabuena, ya tenemos otro “producto” de exportación! que, además de ser libre de cargos para el importador, se pretende sea de “calidad internacional”. Igualito que los agüacates u otros productos perecederos que se expende en el comercio. Los cuatro jinetes del Apocalipsis Educativo del Sexenio: Taméz-Rubio-Villa y Malo (en esto, malísimo) aspiran a que nuestros escasos profesionistas disponibles, real o potencialmente, para economías menos retrógradas que la nuestra, lleven… ¡“fecha de caducidad”! En tanto, aquí, donde se formaron gracias a los impuestos del pueblo mexicano, crecen sin freno las carencias y el desempleo.
Aun hay mas, antes de terminar. Hay por ahí una tal Fundación México-Estados Unidos en Ciencia o FUMEC, que revolotea cerca de CONACYT y que, en reunión reciente con la SRE y otros organismos realizó un evento sobre científicos y técnicos mexicanos en la Unión Americana. Palabras mas, palabras menos de alguno de los ponentes, en dicho evento se mencionó que “probablemente hay en la actualidad l millón de profesionistas formados en México, laborando, en los EUA” lo cual para la ideología de tal Fundación y en boca de su titular –como dijera Arturo de Córdoba en sus buenos tiempos fílmicos- “no tiene la menor importancia” puesto que ya estamos... “globalizados”y "la frontera México-EUA, no existe en materia de ciencia y tecnología"; sobre este asunto volveremos en otra entrega, figura 3.